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¿Qué moverá a los becerritos ó becerritas a buscar algo nuevo en su vida?
La respuesta a esta interrogante creo yo, es que buscamos y seguiremos buscando nuestra felicidad, desde cualquier trinchera, desde cualquier posición, desde cualquier rol estaremos buscando la felicidad y haremos hasta lo imposible para tratar de conseguirla.
Al no encontrarla vendrán sentimientos de fracasos, de odios, de resentimientos, de costumbre. ¿Será?
¿Por qué se considera un fracaso el término de una relación? Si todo es cambiante. ¿No tiene lógica que a veces vayamos separando nuestros caminos aunque en algún momento hayamos llegado a pensar que iríamos de la mano eternamente? ¿De dónde sacamos la idea de que vamos a poder crecer o transformarnos de manera paralela, con lo complejos que somos como individuos? ¿Por qué nadie nos prepara para soltar una relación cuando ésta deja de estar en sincronía, con humildad y generosidad para uno mismo y para el otro?
La vida sería mucho más feliz para todos si dejáramos de mirarnos como seres estáticos e hiciéramos más consiente que, ser un humano, implica un permanente estado de cambio, y que éste a veces nos conduce por caminos distintos a los seres que nos acompañan en la vida, y que hay que estar listos para decir adiós a las relaciones que ya no funcionan, sin sentirnos fracasados o infelices.
Para cuando uno decide la ruptura de una relación, es que ya lleva un buen período de tiempo tratando de caminar juntos sin éxito, tropezándose el uno con el otro, o de plano que ha tomado caminos distintos y ha dejado de acompañarse. ¿Por qué entonces se vuelve de repente algo tan difícil de asimilar?¿Por qué no hubo alguien que nos enseñara que decir adiós no es terrible? Me hubiera gustado aprender desde niño que todo cambia y se transforma a cada momento, que mi primer muñeco de acción no siempre fue mi juguete favorito, después fue la autopista y luego la bicicleta. Que la vida es una sucesión de ciclos que terminan, que es sano, saludable y honesto soltar lo que ya no es de uno, lo que ya no le pertenece, lo que ya no le funciona, lo que no le hace feliz. Que alguien nos hubiera hecho notar que cuando cierras un capítulo sucede algo maravilloso: puede comenzar otro. Y que comenzar un capítulo implica libertad de elección ante miles de posibilidades para construirlo. Que cada capítulo cerrado trae consigo experiencia, aprendizaje, recuerdos memorables que atesorar.
Hoy quiero creer que decir adiós -desde circunstancias sencillas como despedirse en un andén de alguien que parte de viaje, hasta despedirse de una relación de pareja, de una amistad que no funciona más, puede ser más sencillo y menos doloroso. Al final, lo único seguro que hay en la vida es el cambio.
¿Qué experiencias tenemos nosotros los primos? Cuantos ya pudieron dar el paso ó a cuantos ya se los dieron? ¿Cuantos, ahí la llevamos o no hemos querido aventurarnos? ¿Estaremos perdiendo mucho?
Rubén Ortiz